sábado, 24 de mayo de 2014

Tiempos...

El bebé tiene sus tiempos. Tiempos para comer, digerir el alimento en su boca, que es donde empieza la digestión.

Para entender los sabores, las cosas que hace, los movimientos con la mano. ¡Hasta el equilibrio le lleva un montón llegarlo a entender!

Todas las cosas que nosotros hacemos de manera automática, el bebé las está aprendiendo. ¿El doble, el triple?... no, muchísimo tiempo más le lleva cada cosa.

La mujer... ese delgado equilibrio entre ser, sentir y padecer. Esa capacidad de ternura. Ese universo formidable... otro "engranaje" tan delicado en la familia. Y con sus propios tiempos...

El marido... yendo y viniendo del trabajo, con sus necesidades de "ver televisión", de tener su momento "a solas" aún sabiendo que lo espera su familia. Tiempos, tiempos y más tiempos -muy delicados todos- a respetar.

Pues bien: el éxito en el matrimonio es eso, una cuestión de tiempos. Así como antes del matrimonio es menester llegar a conocerse bien (en vez de abrumarse con pasiones), respetar los tiempos de cada integrante será fundamental.

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