sábado, 22 de febrero de 2014

Matrimonios llenos de pureza

Hoy en día desestimamos a la pureza. Decimos "es cosa de niños", y seguimos adelante.

Sin embargo, la pureza es cosa de todos los días. Cuando hacemos nuestro trabajo eficientemente, estamos siendo puros. Cuando hacemos las cosas no según los obstáculos que encontramos, sino más bien el éxito.

Y no hay éxito mayor que ser uno mismo. Que poder llevarse a cabo en toda circunstancia. Con simpleza, elegancia y sabiduría. Es decir con pureza:

1) En las actitudes más profundas: es decir las que requieren nuestra mayor introspección. Hay que vigilarlas, pues es muy común pensar que son buenas cuando no lo son.
2) En los hechos: simples, contundentes pero humildes. La franqueza, y a su vez la educación. La obediencia (ab-audio: oír) a los principios con que nos educaron.
3) En las palabras: bien-intencionadas (ver 1), respaldadas con buenos actos (ver 2) para que en efecto sean espejos de nuestras buenas obras y actitudes.

Por eso que la im-pureza (es decir los malos pensamientos, malas actitudes y malos actos) se pagan ¡con la vida!, es decir con nuestra espiritualidad.

Lleva tu vida interior a tu matrimonio; no lo conviertas en un burdel de malos pensamientos, malos actos y malas actitudes. Úsalo para realizarte.

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